Dédicace
Cancionero de las obras de Juan del Enzina
Encina, Juan del
Éditeur scientifique : Pérez Priego, Miguel Ángel
Description
Auteur du paratexteEncina, Juan del
Auteur de la pièceEncina, Juan del
Titre de la pièceCancionero de las obras de Juan del Enzina
Titre du paratexteA los ilustres y muy magníficos señores don Fadrique y doña Isabel Pementel, Duques de Alba, Marqueses de Coria, etc. Comienza el proemio por Juan del Encina en la compilación de sus obras.
Genre du texteDédicace
Genre de la pièceCancionero comportant des pièces de théâtre
Date1496
LangueEspagnol
ÉditionSalamanca : s.i., 1496. (Lien vers l’édition numérisée bientôt disponible)
Éditeur scientifiquePérez Priego, Miguel Ángel
Nombre de pages2
Adresse sourcehttp://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cancionero-de-juan-del-encina-primera-edicion-1496--0/html/
Fichier TEIhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/tei/Encina-Proemio-Dedicace.xml
Fichier HTMLhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/html/Encina-Proemio-Dedicace.html
Fichier ODThttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/odt/Encina-Proemio-Dedicace.odt
Mise à jour2013-04-30
Mots-clés
Mots-clés français
GenreThéâtre médiéval ; théâtre pastoral ; églogues
ExpressionStyle bas ; pastoral
ActualitéRois Catholiques
AutreThéorie poétique ; humanisme ; mécénat ; défense de l’autorité comme motif de la publication
Mots-clés italiens
GenereTeatro medievale ; genere pastorale ; egloghe
EspressioneStile basso ; pastorale
AttualitàRè Cattolici
AltriTeoria politica ; umanesimo ; mecenatismo ; difesa dell’autorità come motivo di pubblicazione
Mots-clés espagnols
GéneroTeatro medieval ; género pastoril ; églogas
ExpresiónEstilo bajo / pastoril
ActualidadReyes Católicos
OtrasTeoría poética ; Humanismo ; Mecenazgo ; Defensa de la autoría como motivo de la publicación
Présentation
Présentation en français
Adressé par Encina à don Fadrique Álvarez de Toledo y doña Isabel de Zúñiga y Pimentel, à qui il dédie également toutes ses représentations théâtrales, le Proemio a los duques de Alba constitue la dédicace de son Cancionero, dans lequel sont aussi rassemblées huit brèves pièces de théâtre (deux églogues de Noël, deux représentations pour la Passion et la Résurrection, deux églogues de Carnaval et deux églogues pastorales "en recuesta de unos amores". Don Fadrique hérita son titre de duc de son père don García Álvarez de Toledo, à qui il avait été octroyé par les Rois Catholiques en 1472. Après la fin de la guerre de Grenade, il se retira avec sa famille sur ses terres d’Alba de Tormes, près de Salamanque, où il développa une brillante cour. Encina y arriva en 1492, après avoir été page au service de don Gutierre, maestrescuela de l’université et frère du duc. Il y demeura cinq ans, au cours desquels il exerça les activités de musicien et de poète. En présence du duc et de la duchesse, il fit représenter ses premières pièces, dans la chapelle et les salons du palais, à l’occasion des fêtes de Noël, du Carnaval ou de la Semaine Sainte. Le Proemio est un éloge du duc et de la duchesse, de leur mécénat et de la protection qu’ils ont apportée à Encina pour la publication de ses œuvres, dont beaucoup circulaient hors de son contrôle et sans lui être attribuées. Ils le protègent également de ses détracteurs qui l’accusent injustement de n’écrire que dans un style bas et dans le genre pastoral.
(Traduction de Christophe Courderc)
Présentation en espagnol
Texte
Afficher les occurrences dans les notes
A los ilustres y muy magníficos señores don Fadrique y doña Isabel Pementel, Duques de Alba, Marqueses de Coria, etc. Comienza el proemio por Juan del Encina en la compilación de sus obras.
{FolVIr°} No pequeña gloria debe sentir el que está muy deseoso y sin esperanza de lo que desea, cuando la próspera ventura de su deseo se le viene ella misma a entrar por las puertas. Pues yo, tan deseoso de servir a vuestra señoría, cuánta gloria recibiese, cuando me mandaron llamar suyo, la razón misma lo muestra. ¿Quién no se hallara muy dichoso en poder alcanzar a llamarse siervo de tales señores, en quien todas las virtudes pusieron todas sus fuerzas para ser más conocidas, y porque puestas en tan alto echasen resplandor de sí y no se pudiesen encubrir, mas antes fuesen públicas y notorias a todo el mundo, que no puede la ciudad asconderse puesta sobre el alto monte?
¡Oh muy magníficos y constantísimos duques, en vosotros está tan acendrada la fe y la justicia que no le falta quilate para cuando se tocare en el toque de la verdad! Paulo Africano, según cuenta Tulio, siempre amonestaba a Escipión que honrase mucho la justicia y la piedad1. Santo Agustino, en el quinto libro de La Ciudad de Dios, dice que no se deben llamar bienaventurados los emperadores que gozan de gran imperio, sino solamente aquéllos que usan de la justicia y se vengan tarde y perdonan temprano2. El rey Agesilao, como dice Plutarco, preguntando de la justicia y la fortaleza cuál fuese más necesaria, respondió que no teníamos necesidad de fortaleza si nos allegásemos a la justicia3. Pues cuánto florezca en vosotros la justicia, vuestras obras dan testimonio, y no menos la fortaleza experimenta sus fuerzas en vuestra virtud.
Maravíllese todo el mundo y espántese de vuestra ciencia maravillosa en el gobernar, de la prudencia en el administrar, de la graveza en deliberar, de la diligencia y celeridad en hacer obras santas, justas y buenas. Ensalcen la muy perfecta y alta sabiduría vuestra en todos los géneros de excelencia, la gran autoridad, el alto consejo, el excelente ingenio, la grandeza de ánimo y la constancia vuestra. Todos, todos os alabemos, que por todo el mundo debe salir vuestro sonido y por todas las naciones se debe extender el resplandor de vuestras virtudes. Todos los pueblos que a vuestra gobernación están sujetos, y todos vuestros súbditos y vasallos, con tal cuidado y diligencia los gobernáis que no solamente merecéis ser llamados defensores mas aún padres. Sois muy solícitos y diligentes en la salud y provecho de vuestros súbditos, acordándoos de aquel dicho de Homero que dice no convenir al que muchos pueblos tiene debajo de su gobernación dormir toda la noche. Dais audiencia de muy buena gana a las querellas de vuestros súbditos, mayormente a las de los que poco pueden contra los poderosos.
Pues no digo cuánto favorecéis las letras y con cuán magníficas mercedes despertáis y aviváis los altos ingenios. En vosotros tornan a vivir las vidas de vuestros excelentísimos padres, cuya memoria es digna de inmortalidad. En vosotros se vinieron a enjerir las más principales púas de todos los altos linajes. De vosotros debe escribir quien bien quisiere emplear su saber y alcanzar perdurable fama. Aquí, aquí venga todo el mundo a navegar por aqueste mar tan grande, adonde tanta copia de verdades hay. ¿Quién podrá tanto decir de vuestras alabanzas todos los días de su vida, que no deje más y más para los que después de él vinieren? Los que quisieren que sus obras florezcan y estén siempre verdes, que no se sequen, a la sombra de tales árboles las deben poner.
Y yo, con este deseo y esfuerzo, me atreví ahora a sacar esta compilación de mis obras, viéndome favorecido de tan alta señoría, y la principal causa de las que a ello me movieron fue ésta. Y también porque andaban ya tan corrompidas y usurpadas algunas obrecillas mías, {FolVIv°} que como mensajeras había enviado adelante, que ya no mías mas ajenas se podían llamar, que de otra manera no me pusiera tan presto a sumar la cuenta de mi labor y trabajo. Mas no me pude sufrir viéndolas tan mal tratadas, levantándoles falso testimonio, poniendo en ellas lo que yo nunca dije ni me pasó por pensamiento. Forzáronme también a ello los detractores y maldicientes que publicaban no se extender mi saber sino a cosas pastoriles y de poca autoridad, pues si bien es mirado, no menos ingenio requieren las cosas pastoriles que las otras, mas antes yo creería que más. Movíme también a la compilación de estas obras por verme ya llegar a perfecta edad y perfecto estado de ser vuestro siervo, y parecióme ser razón de dar cuenta del tiempo pasado y comenzar libro de nuevas cuentas.
Así que, por estas razones y otras muchas más que a ello me movieron, atrevíme, con el favor de vuestra señoría, a sacar en público la pobreza de mi labor, poniéndola debajo de vuestras alas y amparo, con la obediencia que de tan bajo siervo a tan altos señores se requiere, cuya vida y estado Dios prospere por luengos tiempos, amén.