IdT – Les idées du théâtre


 

Prologue

La Isabela, Tragedia

Argensola, Lupercio Leonardo

Éditeur scientifique : Ferrer Valls, Teresa

Description

Auteur du paratexteArgensola, Lupercio Leonardo

Auteur de la pièceArgensola, Lupercio Leonardo

Titre de la pièceLa Isabela, Tragedia

Titre du paratextePrólogo en rima

Genre du textePrologue

Genre de la pièceTragedia

Date1581

LangueEspañol

ÉditionNon imprimé (Numérisation du manuscrit en cours)

Éditeur scientifiqueFerrer Valls, Teresa

Nombre de pages1

Adresse source

Fichier TEIhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/tei/Argensola-Isabela-Prologue.xml

Fichier HTMLhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/html/Argensola-Isabela-Prologue.html

Fichier ODThttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/odt/Argensola-Isabela-Prologue.odt

Mise à jour2014-10-06

Mots-clés

Mots-clés français

GenreTragédie

SourcesVirgile ; L’Arioste ; Giraldi Cinzio

DramaturgieLiberté face aux règles

ComédiensMateo de Salcedo

RéceptionPublic vulgaire / avisé

FinalitéMorale

Mots-clés italiens

GenereTragedia

FontiVirgilio ; Ariosto ; Giraldi Cinzio

DrammaturgiaLibertà di fronte alle regole

AttoriMateo de Salcedo

RicezionePubblico popolare / discreto

FinalitàMorale

Mots-clés espagnols

GéneroTragedia

FuentesVirgilio ; Ariosto ; Giraldi Cinzio

DramaturgiaFalta de respeto a la preceptiva

Actor(es)Mateo de Salcedo

RecepciónVulgo / discreto

FinalidadMoral

Présentation

Présentation en français

Avec Cristóbal de Virués, Andrés Rey de Artieda, Juan de la Cueva ou encore Cervantès, Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613) fait partie d’un groupe d’auteurs qui, dans les années 1575-1585, firent le pari d’un aggiornamiento de la tragédie afin de l’adapter aux temps nouveaux. Au moment où les premiers théâtres publics permanents (les corrales de comedias) ouvraient leurs portes, ces auteurs tentèrent de s’adresser au public hétérogène qui commençait alors à remplir les premiers théâtres commerciaux.

Argensola met en pratique un type de tragédie moralisante, inspirée de Sénèque et influencée par le renouveau qu’avait représenté en Italie l’œuvre de Giraldi Cinzio, notamment son Orbecche1. Le Prologue d’Isabelle (La Isabela) met en avant cette volonté de créer un théâtre édifiant qui s’adresse à un modèle idéal de public, avide de se perfectionner moralement par le biais du théâtre – un public finalement trop restreint pour garantir la réussite de cette tentative précoce d’un renouveau tragique en Espagne. Par ailleurs, l’empreinte de Cinzio est présente également dans l’utilisation du prologue comme un texte liminaire qui conserve toutefois un lien avec la tragédie qu’il présente. De fait, une des innovations apportées par l’Italien dans ses tragédies fut précisément de séparer le prologue du corps de la tragédie. Dans Orbecche, Cinzio attire l’attention, par la bouche du Prologue, sur l’innovation que constituait son apparition avant le début de l’action dramatique, « fuor del costume / de le tragedie e de’ poeti antichi »2. Dans le cadre de la tragédie classique, en effet, le prologue était partie intégrante du premier acte, placé avant le premier chœur, et avait pour fonction d’apporter au public, par la bouche d’un des personnages, des informations sur l’action antérieure au début de la pièce. Le prologue externe et indépendant qui servait à présenter la pièce aux spectateurs au nom de l’auteur n’avait sa place que dans la comédie. Tout comme Cinzio dans le prologue de son Orbecche, Argensola fait allusion, dans le Prologue de La Isabela, à l’innovation que suppose l’intervention préalable de la Renommée comme personnage allégorique, louant le public dans un prologue indépendant, à l’encontre des règles établies pour la tragédie classique : « bien que contra la ley de las tragedias, / en los teatros públicos parezco »3.

Les tragédies d’Argensola ne furent jamais imprimées ; les deux seules qui ont été conservées ont été transmises à travers plusieurs manuscrits. Cependant, elles furent représentées à l’époque, ainsi qu’en témoigne Cervantès dans la première partie du Quichotte (chap. 48) par la voix du chanoine, qui se réfère de manière élogieuse à La Alejandra, La Isabela et La Filis, celle-ci étant perdue aujourd’hui : « las cuales fueron tales que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron »4. Un des manuscrits qui contient La Isabela indique la date de 1581, année d’écriture possible de la tragédie et de son prologue. Argensola y fait allusion à l’acteur Mateo de Salcedo, dont la compagnie aurait joué la pièce à Saragosse, peut-être la même année, puisque sa présence y est attestée.

(Traduction de Catherine Burigana)

Présentation en espagnol

Lupercio Leonardo de Argensola (1559- 1613) pertenece a un grupo de autores – entre los que se encuentran Cristóbal de Virués, Andrés Rey de Artieda, Juan de la Cueva o Cervantes – que en torno a los años 1575-1585 apostaron por un tipo de tragedia renovada y adaptada a los nuevos tiempos. La apertura en España por esos mismos años de los primeros edificios teatrales públicos de carácter estable hizo que estos autores trataran de utilizar este medio para acercarse a ese público más amplio y hetérogeneo que empezó a llenar los primeros teatros comerciales. ; Argensola practicó un tipo de tragedia ejemplarizante, de inspiración senequista, influida por la renovación que en Italia había representado la obra de Giraldi Cinzio, y en particular su Orbecche5. En el Prólogo de La Isabela se pone de manifiesto esa voluntad de crear un teatro de carácter edificante, dirigido a un modelo ideal de público, ávido de perfeccionarse moralmente a través del teatro, un público que finalmente resultó ser demasiado minoritario e hizo que esta apuesta trágica de la primera época fracasara en España. Por otro lado, en la utilización misma del prólogo como texto liminar, pero vinculado a la tragedia a la que sirve de presentación, queda también patente la huella de Cinzio. Hay que recordar que una de las innovaciones introducidas por el italiano en sus tragedias fue precisamente la separación del prólogo respecto al cuerpo de la tragedia. En Orbecche, Cinzio llama la atención, por boca del Prólogo, sobre la novedad que suponía su aparición antes del comienzo de la acción dramática, « fuor del costume /de le tragedie e de’ poeti antichi »6. En el ámbito de la tragedia clásica, el prólogo era un componente interno del primer acto, ubicado antes del primer coro, y tenía la función de poner en antecedentes de la acción al público por boca de alguno de los personajes. El prólogo externo e independiente que servía para presentar la obra a los espectadores en nombre del autor sólo tenía cabida en la comedia. Al igual que Cinzio en el Prólogo de su Orbecche, Argensola alude en el Prólogo de La Isabela a la innovación que supone la intervención previa de la Fama como personaje alegórico, alabando al público en un prólogo independiente, en contra de lo establecido para la tragedia en la preceptiva clásica : « bien que contra la ley de las tragedias,/en los teatros públicos parezco »7. ; Las tragedias de Argensola no llegaron a imprimirse y las dos que conservamos se han transmitido en varios testimonios manuscritos. No obstante, fueron representadas en su tiempo, como atestigua Cervantes en la primera parte del Quijote (cap. 48) por boca del canónigo, al referirse elogiosamente a La Alejandra, La Isabela y La Filis, esta última hoy perdida : « las cuales fueron tales que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron8 ». Uno de los manuscritos en que se contiene la Isabela lleva en su encabezamiento la fecha de 1581, año en que pudo escribirse la tragedia y su prólogo. En este, Argensola alude al actor Mateo de Salcedo, cuya compañía pudo estrenarla en Zaragoza, quizá en este mismo año, ya que está atestiguada su presencia en dicha ciudad.

Texte

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Prólogo

La Fama

Yo soy la que levanto los ingenios
en medio las miserias de este siglo,    
para que la virtud, difícil cumbre,
pueda ser de los hombres alcanzada,
5        de los cuales vulgar y comúnmente
ilustre Fama recibí por nombre.
No soy aquella Fama que Virgilio
dijo que, por ofensa de los dioses,
produjo la primera madre vuestra,
10        a la cual dignamente llamó monstruo9.
Por mí sobre la tumba del gran griego
lloró, como sabemos, Alejandro10,
y de envidia de ver los hechos de este
el dictador que dio su nombre a julio11.
15    Yo con eternas letras registrados
tengo los famosísimos varones,
que en pos de la virtud se remontaron,
unos por armas y otros por las letras,
y cuales por entrambas estas cosas.
20    Ni vosotras, mujeres, perseguidas
de serpentinas lenguas, os quedasteis
sin colosos eternos, levantadas
en vuestras merecidas alabanzas,
y, malgrado del gran Marón, tú, Dido,
25    entre las viudas castas te colocas12.
Tienen cuidado, pues, los blancos cisnes
de quien [el Ariosto]13 dio noticia14,
de celebrar con versos numerosos
los claros hechos de estas y de aquellos.
30    Y los que no son dignos de este canto,
en bocas de los cuervos disonantes
andan con alabanzas limitadas,
a cuyas roncas voces no responde
el eco de las doctas opiniones,
35    por más que los cuitados cuidadosos
procuran imitarme – poco digo –,
procuran competir con esta trompa,
por mí tan solamente dedicada
para cantar los nombres de los héroes.
40    Siguiendo mi costumbre, pues, ahora,
bien que contra la ley de las tragedias15,
en los teatros públicos parezco
a daros alabanzas infinitas,
como las merecéis todos vosotros.
45    Podeisme responder que lisonjeo,
pues que sin distinción de vuestros hechos
y sin contar alguno los alabo.
En mi satisfacción respondo a esto
que, cuando no tuviera yo noticia
50    de todo lo que digo, me bastaba
que de vuestro valor hice experiencia,
pues publicando yo que recitaba
Salcedo16 no comedias amorosas,
nocturnas asechanzas de mancebos,
55    y libres liviandades de mozuelas
– cosas que son aceptas en el vulgo –,
sino que de coturnos adornado,
en lugar de las burlas contaría
miserables tragedias y sucesos,
60    desengaños de vicios – cosa fuerte,
y dura de tragar a quien los17 sigue –,
vosotros, por no ser18 amigos de esto,
venís a ver los trágicos lamentos,
y la fragilidad de vuestra vida,
65    evidente señal de que sois tales,
que discernís lo malo de lo bueno,
para lo cual ternéis materia luego,
si proseguís a oírme con sosiego.